1. Tres cuestiones preliminares
Las tres cuestiones previas que plantea Habermas en su respectivo orden son: ¿De qué podemos decir que es verdadero ó no?, la segunda es para ubicarnos en el contexto donde se desarrolla su teoría y la última cuestiona la base de la “teoría de la verdad como correspondencia”, desde la relación que existe entre “hechos” y “experiencia”. El autor pretende aclararlas antes de entablar el tema central, acerca de las teorías de la verdad.
Para la primera en cuestión decide tener en cuenta que lo mejor es no centrarse en una clase de oración en particular (Oraciones, enunciados, emisiones) para atribuirle “verdad” o “falsedad”, pues lo relativo a los estados de cosas varía según el contexto de habla, el idioma y la diversidad de oraciones posibles para expresar un mismo estado. Habermas cita a Austin, quien dice que son las “Afirmaciones” (Assertions, Statements) las que estamos buscando. Estas se “hacen” recurriendo a palabras y empleando una oración (afirmativa); pero la verdad no debe ser algo episódico mas sí invariable, debe ser atemporal, las distintas circunstancias en que un estado de cosas halla sido afirmado como verdadero, como lo son el idioma o la oración empleada, no difieren en la rectitud de su sentido afirmativo. También cita a Strawson quien habla de los “enunciados” como mejores candidatos a ser verdaderos o falsos, apunta que en el “decir algo”es donde debemos buscar, no en “lo que digo”, entonces diremos de un enunciado que es verdadero ó falso solo en atención al estado de cosas que se desea expresar. Habermas está de acuerdo.
Se dice que un enunciado es verdadero si se refiere o refleja un estado de cosa. Es indispensable entonces que los enunciados tengan una fuerza asertórica, carácter de afirmar cosas. Por ende, solo a las afirmaciones o actos de habla constatativos les hemos de atribuir el carácter de “verdadero” ó “falso” según el consenso relacional que exista con los sucesos o estados de cosas a que se refiera, esto por medio de un enunciado, que para adquirir dicha fuerza asertórica debe tener vinculada una pretensión de validez ó “verdad” presupuesta y esta debe ser justificada para sostenerse,. Luego hablará de dicha justificación.
La segunda cuestión nos remite a la “Teoría de la verdad como redundancia”, esta afirma que un metalenguaje que constate la “verdad” de un enunciado tácito verdadero sería algo “superfluo”. Para Austin y Habermas no es así, en el texto Habermas justifica su postura por medio de una distinción entre dos diferentes ámbitos posibles, a saber: “el discurso” y la “acción comunicativa”. En el primero se utilizan los “enunciados” en pos de sus pretensiones de validez y con la fundamentación de estas como único propósito, solo así es planteable el caso de la verdad con justa razón, en cualquiera de dichos actos de habla constatativos; hay que exponer los enunciados en el ámbito del discurso para poner en duda las pretensiones de validez presuponiendo la intencionalidad. Austin hace la diferencia entre “la afirmación de un enunciado” y la “constatación metalingüística” de que este sea verdadero, el metalenguaje no se refiere a un hecho, si no a un enunciado sobre un hecho. La metalingüística se usa para introducir un enunciado del habla habitual en el ámbito de discurso y cuestionar su pretensión de validez.
La tercera cuestión, sobre la “correspondencia” es vista por Habermas como algo tácito en su postulado. Para elaborar una teoría de la verdad es primordial hacer la diferencia entre el “mundo natural” en su independencia y la nuestra con el uso del lenguaje. La distinción básica la hace Strawson entre “hecho” y “objeto de la experiencia”, tornándose este primero en referente fundamental para la “verdad” de un enunciado. El segundo se refiere a los objetos con los que hago experiencias, de las cuales hacemos afirmaciones con el posible propósito de afirmar un hecho, en el caso de un enunciado verdadero. Un enunciado es verdadero sólo si “corresponde” a un hecho y se utilizan los “objetos de la experiencia” como referente. Para Habermas un hecho debe ser algo real, algo en el mundo, no una apariencia, los objetos de la experiencia son un referente “objetivo”, en esto consiste su refutación a la teoría de “verdad correspondiente”. Cita entonces a Pierce, quien habla de la auto contrariedad de esta teoría: “si al término “realidad” no podemos darle ningún otro sentido que el que vinculamos con los enunciados sobre hechos, entonces la relación de correspondencia entre enunciados y realidad solo podría determinarse a su vez mediante enunciados”. Entonces, según Habermas la teoría de la verdad correspondiente lo que intenta es extender el asunto de la verdad más allá del ámbito del lenguaje, lo cual es ilógico, ya que es sólo en el lenguaje donde nos hacemos la pregunta por esta. Un enunciado de lo que se encarga es de “reflejar” un hecho, el cual tiene la propiedad de ser un objeto real, algo en el mundo. Por eso “los enunciados han de ajustarse a los hechos y no los hechos a los enunciados”. ¿Cómo sucede esto?: Lo primero a tener en cuenta es que el lenguaje nos remite a los hechos sólo en el ámbito del “discurso”, donde se problematizan las pretensiones de validez, a diferencia de la “acción comunicativa” donde constantemente se trasmite información sobre los “objetos de la experiencia”. Una misma oración cambia de sentido sin alterar su forma gramatical según el contexto en el que se exprese, sea discurso ó acción comunicativa. Además, un “hecho” consiste en la verdad de una proposición deducida de un estado de cosa examinado en el ámbito del discurso por medio de argumentos, sin tener como referente la experiencia, aunque a esta apelamos como apoyo para nuestras pretensiones de validez pero por medio de los argumentos interpretativos y no de la experiencia en sí.
Lo anterior se resume en las siguientes tesis de Habermas:
Primera tesis: Llamamos verdad a la pretensión de validez que vinculamos a los actos de habla constatativos. Si esta se justifica por medio de argumentos haciendo uso de oraciones el enunciado será verdadero.
Segunda tesis: Cuestiones de verdad solo se planten cundo quedan problematizadas las pretensiones de validez ingenuamente supuestas en los contextos de acción. En los discursos, en los que se someten a examen las pretensiones de validez hipotéticas, no son, pues, redundantes las emisiones o manifestaciones acerca de la verdad de los enunciados.
Tercera tesis: En los contextos de acción los afirmaciones informan acerca de objetos de la experiencia, en los discursos se someten a discusión enunciados sobre hechos. Las cuestiones de verdad se plantean por consiguiente, no tanto en lo tocante a los relatos intra mundanos del conocimiento referido a la acción, cuanto a los hechos se hacen corresponder con discursos libres de experiencia y descargados de acción. Sobre si un estado de cosas es el caso o no es el caso, no decide la evidencia de experiencias, sino el resultado de una argumentación. La idea de verdad solo puede desarrollarse por referencia al desempeño discursivo de pretensiones de validez.
Tres tesis que le sugieren a Habermas la construcción de una teoría consensual de la verdad. Argumenta que una “información” es “fiable” según la probabilidad de que se cumpla su expectativa y esto en el contexto de la acción comunicativa. Sin olvidar que la verdad de un enunciado no depende de la experiencia si no de la fundamentación de esta mediante argumentos discursivos como rasgo “general” alrededor de esta, acoge la idea de adaequatio solo para explicar la relación pragmática entre “conocimiento” y “objeto de la experiencia”, aclara que la verdad es propiedad de los enunciados y no de las informaciones. La verdad de un enunciado sólo depende del desempeño discursivo de sus pretensiones de validez. Deduce el autor que el objetivo de una teoría de la verdad consensual es aclarar qué significa “desempeño o resolución discursiva de pretensiones de validez fundadas en la experiencia”.
Dicho esto el autor discierne el postulado fundamental para su concepción de la verdad, dice que la distinción entre enunciados verdaderos de los falsos depende de cómo los objetos se relacionan con su predicado a juicio de quien pudiera entrar en discusión con quien los ha emitido, esto en el contexto del “intemporal auditorio universal”. “La condición para la verdad de los enunciados es el potencial asentimiento de todos los demás” y esta consiste en “la promesa de alcanzar un consenso racional sobre lo dicho.
2. Pretensiones de validez
Veracidad
Rectitud
Inteligibilidad
3. Modelos no aptos de la verdad
Habermas habla de cuatro fuentes de error en las teorías heredadas a lo largo de la historia de la filosofía, y aclara:
1. Es importante diferenciar las cuestiones teoréticas de l as prácticas, la teoría consensual de la verdad lo hace diferenciando las pretensiones de validez, hay una para lo práctico –rectitud- y otra para el ámbito discursivo ó teorético –verdad-.Las teorías metafísicas de la verdad declaran las cuestiones prácticas como susceptibles de vedad en el mismo sentido que las teoréticas, de una manera extensiva. Y las teorías positivistas resultan restrictivas al tener solo en cuenta el ámbito teorético y descartando el práctico como susceptible de la pretensión de “verdad”.
2. Para la teoría consensual de la verdad existen varios sistemas quye se diferencian de el discurso, sistemas donde se hacen experiencias, se transmiten informaciones y donde se ejecutan actos; Pero solo en ámbito del discurso se pretenden argumentar las pretensiones de validez. Las teorías trascendentales confunden las condiciones de objetividad de la experiencia posible con desempeño discursivo de pretensiones de validez , en cambio la teoría consensual de la verdad toma la experiencia como base para la argumentación discursiva, ya que una teoría que se centre en la constitución de la experiencia no es precisamente la que tenga a la verdad como propósito.
3. Algunas teorías de la verdad no distinguen entre las diferentes pretensiones de validez tornándose muy restrictivas ó muy extensivas frente a su propósito. La teoría consensual de la verdad distingue: veracidad, rectitud e inteligibilidad.
Para Habermas son teorías de la verdad mas o menos elaboradas las de verdad como correspondencia y verdad como evidencia, por un lado, y las pragmatista y analítica de la verdad, por otro.
Ad.2: confusión de objetividad y verdad
Las percepciones por sí solas no tienen como ser falsas. Son equivocadas en el caso de confusión, fantasías o alucinaciones. La vivencia de certeza sensible es necesaria para la objetividad de la experiencia. La misma experiencia se puede repetir para una persona en distintos actos de percepción sin dejar de estar seguro de ninguna, de ahí que la percepción haya sido considerada paradigma del conocimiento y algunas teorías de la verdad se han centrado en estas que tan solo son los principios, de los que se podría dar pie a una argumentación discursiva. En alemán la palabra Wahrnehmung significa percepción, semejante a Warheit (verdad). “Las teorías empiristas de la verdad parten del momento de certeza sensible, las teorías trascendentales de la verdad parten de la pretensión de objetividad”. todas dos se encuentran en el mismo paradigma, el de la percepción o su juicio de percepción, y la observación o el enunciado observacional. Habermas aclara que para él la verdad pertenece al campo de los “pensamientos” en el sentido fregeano y no al de las percepciones, las cuales no pueden ser falsas, por lo que es absurdo preguntarse por la verdad de las mismas. En el caso de una percepción equivocada se puede comprobar reiterándola. En estos casos, si subyace un error de los sentidos el enunciado (con su pretensión de validez implícita) de la percepción será falso, pero solo en el caso del acto enunciativo, cuando la pretensión de validez se torna problemática.
Para aclarar el sentido de verdad recurrimos a conocimientos ejemplares, enunciados de la organización conceptual del material de la experiencia, “el conocimiento, que trae experiencias a conceptos, se expresa en oraciones que en modo alguno reflejan directamente percepciones” y su pretensión de validez es de carácter argumentativo.
No es lo mismo objetividad que verdad. “Las experiencias se presentan con la pretensión de objetividad; pero esta no es idéntica a la verdad del correspondiente enunciado”. La objetividad de la experiencia sirve como orientación pragmática. Sólo se acredita la objetividad de una experiencia por medio del éxito de las acciones que se basan en esas experiencias, a diferencia de las pretensiones de verdad que se manifiestan por medio de la argumentación discursiva de enunciados sobre experiencias. Hay enunciados singulares que no representan un paradigma del conocimiento y mucho menos en un contexto de acción, pero que tematizados como pretensión de validez se refieren a una experiencia con algo en el mundo y no precisamente a un pensamiento con propósito discursivo, pero en el discurso afirmar un estado de cosa no es lo mismo que afirmar una experiencia, como en el caso de la acción comunicativa.
Debemos entonces distinguir entre “el sentido categorial de la validez de un enunciado y el sentido de la pretensión discursiva de la correspondiente afirmación”. El primero se mide en la estructura del ámbito objetual de la experiencia, ya sea en cosas, sucesos, personas o sus manifestaciones. El segundo sentido en cambio se mide por las condiciones de la situación ideal de habla, exigidas por lo objetual que ya se supuso a priori y que usamos con miras a la argumentación, mediante la cual se han de desempeñar las pretensiones de validez. Otra vez: No es lo mismo la constitución del objeto como problema (de la teoría del conocimiento) que los problemas de resolución discursiva de pretensiones de validez.
La confusión de objetividad y verdad no puede mas que plantear dificultades para la constitución de una teoría científica con desarrollo crítico, los ámbitos objetuales precientíficamente constituidos nos remiten a la experiencia y representan una suerte de experimentación susceptible a diferentes interpretaciones desde un punto de vista práctico mas no universal, pero a su vez son la base para su representación teorética que sí ha de serlo mediante el desempeño discursivo. La objetividad de una experiencia no asegura la verdad de su correspondiente afirmación si no su propia identidad.
Ad.3: Confusión de pretensiones de validez y vivencias de certeza
Aquí tampoco se puede confundir entre “hechos” y “objetos de la experiencia” provenientes de la certeza sensible. Habermas establece una relación de quid pro quo entre estos, ratificando que los “hechos” son el contenido de pensamiento que se expresa con la verdad de un enunciado, y no la percepción previa de estos como algo en el mundo. Es confundir la realidad con un modelo de esta misma, que en efecto se puede asemejar en algo mas no son lo mismo.
La verdad tampoco se debe interpretar como el cumplimiento de intenciones desde lo simbólico, planteado como expectativa y cumplimiento, Así lo sugiere el modelo de generación operativa de objetos ideales. Husserl baso su teoría de evidencia en dicho cumplimiento de intenciones, de tal modo que los elementos universales no podrían darse por sí mismos ya que no serían susceptibles de una intuición no sensible. “Los significados de las palabras y oraciones, como Wittgestein mostró analizando la introducción de reglas mediante ejemplos, tienen siempre un excedente de universalidad que por principio va mas allá de los posibles cumplimientos particulares”. Haya o no haya certeza sensible una pretensión de validez de una afirmación no se puede desempeñar mediante la evidencia que suministra la experiencia.
Quienes afirman que existe un vínculo entre verdad y veracidad como certeza (cuando se trata de creerle a alguien), evidentemente carecen de fundamento, ocurre cuando “se trata de inmunizar contra la duda los principios primeros y/o axiomas de las teorías racionalistas.
Ad.4: Sobre la confusión de pretensiones de validez
Las pretensiones de validez antes mencionadas son genuinas e irreductibles, en la tradición han sido confundidas de distintos modos en virtud de las teorías de la verdad.
La Veracidad es la pretensión de validez que asociamos a los actos de habla representativos, cuando intentamos expresar pensamientos, necesidades o sentimientos; soy veraz en mis manifestaciones si logro expresar con claridad un pensamiento de este tipo, sin posibilidad de engaño ó autoengaño. La veracidad se refiere al sentido en que doy expresión a una intención y se debe entender como una relación entre una oración intencional expresada y la entidad interna de una vivencia o un estado, la verdad se refiere al sentido en que afirmo una proposición. En una autoexpresión no hago ninguna afirmación pero sí expreso vivencias, por medio de una oración intencional puedo reducir el caso al asunto de la verdad.
La Rectitud tampoco se puede reducir a la verdad, es la pretensión de validez que dice si una norma de acción o valoración es reconocida con “razón” y que por ende “debe” estar vigente. La rectitud no se refiere a la entidad interna de la satisfacción de una necesidad ó la expresión por medio de una oración de una recomendación o advertencia pues quedaría reducida a la verdad.
La Inteligibilidad es una pretensión de validez que no mucho tiene que ver con la verdad. Esta dice que si dispongo de un lenguaje natural y sus reglas de uso, cualquiera que también lo domine podrá entender el contenido de una afirmación sin importar en ningún momento su carácter de verdad, en esto se centra dicha pretensión de validez, en la interpretación adecuada de un lenguaje. La “verdad analítica se refiere a la inteligibilidad de las reglas formales del lenguaje y por ende a su uso correcto en la morfología de la oración.
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